Como se deja traslucir en este fotomontaje, el remitente de este mensaje es Madre Carmen. Y el destinatario…, el destinatario ¡eres tú!
Las palabras de Madre Carmen atraviesan el umbral de dos siglos y llegan hasta ti con la frescura del que anuncia Palabras de Vida. Esto es evidente: la Madre se dejó seducir por el amor de Jesucristo, y ESTE ES ETERNO. Comprendió LA GRANDEZA DE ESTE CORAZÓN y simplemente SE DEJÓ.
Sí, dejó que Él actuara, que Él hiciera, que Él le mostrara algo tan sencillo como es aprender a conjugar el verbo AMAR en voz pasiva y activa.
Toma estas Palabras para ti. Déjate llevar por ellas. Solo un apunte, una pequeña guía. En ellas encontrarás:
- Un grito de agradecimiento y júbilo.
- Una invitación a la santidad desde la conciencia de la pequeñez.
- El deseo profundo de vivir en la unidad.
- El don de una mirada limpia que sabe descubrir la presencia de Dios en cada persona y con ello el valor de su dignidad.
No temas. Reza con Madre Carmen. Haz tuyo su deseo:
«Hágase, Señor, voluntad».
«Hágase, Señor, voluntad».
Deja que Jesús te hable. La gran Palabra del Señor es el AMOR.
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